Puede que en España no estemos contentos del todo con el sistema educativo, y que haya localidades en las que las condiciones para llegar al centro de estudios no sean las más óptimas, pero viendo los km que deben a hacer a diario estos niños de otros países, o las condiciones en las que se desplazan lo cierto es que podemos considerarnos afortunados.
Os dejamos con la noticia que explica el objeto de esta exposición que todos podremos ver en la Fundación Canal de Madrid, a partir del 24 de Septiembre. A ver qué os parece a vosotros:
«¡Vamos, al cole!» Es la frase con la que comienzan el día miles de millones de niños, pero no significa lo mismo en todas partes. Lo que para muchos representa un hecho cotidiano, sencillo, unos días ilusionante y a ratos fastidioso por lo que significa volver a las obligaciones, los horarios y los madrugones; para otros se convierte en el primer paso de un logro: el de llegar a la escuela.
Burros, canoas, raquetas de nieve, rickshaws, llanuras interminables que atravesar, recorridos peligrosos en mitad de conflictos o caminatas por barrios marginales donde la seguridad es un bien escaso. Estos son los medios que deben utilizar y los peligros que se ven obligados a sortear para acceder a ese derecho universal que se llama educación y que tantas veces pasa por las vidas de los escolares sin que se le dé la importancia que merece.
No es el caso de los pequeños de las imágenes que pertenecen a la exposición Caminos a la escuela, en las salas de la Fundación Canal en Madrid a partir del 24 de septiembre. Ellos son Fabricio, Márcia, Mateus y Maiara, de Brasil; Santiago, de Nueva York; las guyanesas Alicia y Kelly, y Elisabeth que vive en el asentamiento chabolista de Kibera en Nairobi, entre otros. Como muchos millones de chavales, saben que el camino a la escuela es solo el primer paso del esfuerzo que realizan para aprender. Son conscientes de que en ese recorrido diario se encuentra su oportunidad de un futuro mejor. Aún hay otros 57 millones de niños de los 2.200 millones de todo el mundo que, según datos de Unicef, ni siquiera tienen la posibilidad de hacerlo. El 42% de ellos viven en países pobres con conflictos. Y 250 millones de menores no saben leer, escribir, ni contar bien. Este problema se multiplica al llegar a niveles de secundaria. Uno de cada cinco adolescentes no estudia, más de la mitad (un 54%) son mujeres.
Jaime Cano Navarro
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